
Enseñar o impartir algún conocimiento en cualquier área, demanda cierta organización y planeación para garantizar que el proceso de aprendizaje sea efectivo. Así, para cualquier curso académico es importante que el docente defina cuál es el objetivo de su labor, así como las estrategias para lograrlo.
Este proceso, que es conocido como planeación didáctica, puede generar ciertas dudas sobre cómo adelantarlo o qué características debe tener para que realmente se obtengan los objetivos propuestos. Es por esto que desde Busca Tu Profesor se comparten a continuación algunos de los elementos básicos de la planeación didáctica, de esta forma como algunas claves para que cualquier docente o tutor pueda hacer un diseño exitoso de su propia planeación, sea cual sea su área de conocimiento.
¿Qué es la planeación didáctica?
Cuando se habla de planeación didáctica se refiere básicamente a un plan de trabajo de enseñanza que contempla tanto los contenidos a desarrollar en el proceso de enseñanza, como las estrategias de aprendizaje que se pretenden impulsar. Lo anterior, con el objetivo de facilitar el desarrollo de capacidades cognitivas, competencias y actitudes.
Así, la manera más concreta de llevarla a cabo es mediante el diseño de un programa que tenga en cuenta: los contenidos a impartir, objetivos, actividades a desarrollar, caracterización del alumnado, conocimientos previos necesarios, evaluación, entre otros. En este sentido, el éxito de dicho programa depende de la descripción detallada de todas las actividades y fases en función de los objetivos.
A menudo, puede parecer que la planeación didáctica debe ser un proceso rígidamente estructurado, no obstante, realmente en algunos casos, su verdadero éxito depende también de flexibilidad de los contenidos, actividades y evaluaciones impartidas. Lo anterior, siempre que se respeten los objetivos propuestos.
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¿Cuáles son las características de la planeación didáctica?
De manera general, las planeaciones didácticas deben responder a cierto tipo de características para ser eficaces y útiles, tanto para el docente como para el alumnado. En primer lugar debe desarrollarse en un documento escrito (digital o papel), definiendo de manera detallada y estructurada todo lo relacionado con los objetivos, estrategias, actividades y evaluaciones. Debe procurarse ser claro, metódico y conciso.
En segundo lugar, todo lo anterior puede orientarse desde dos tipos de planeación didáctica, esto es, puede hacerse una planeación cerrada o una planeación flexible. Para el primer caso se entiende como un plan de trabajo acotado a las directrices institucionales o políticas educativas, ajustando todos los elementos antes mencionados a los programas tradicionales u oficiales. Este tipo de planeación, suele en algunos casos, no tener en cuenta las necesidades de sus alumnos, el contexto o las deficiencias previas en el aprendizaje.
Por el contrario, la planeación flexible privilegia ajustes al contenido, actividades, evaluación y demás, sin perder de vista los objetivos de aprendizaje. Bajo esta característica se asume la importancia de no sólo impartir el conocimiento sino también contextualizar y adaptarlo a las necesidades del alumnado de manera progresiva. Además privilegia la innovación en metodologías y estrategias de aprendizaje como una vía hacia el logro de los objetivos.
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¿Cuáles son las partes de una planeación didáctica?
Existen al menos tres elementos de la planeación didáctica que son básicos para garantizar su efectividad y éxito. El primero, definir objetivos y contenido, el segundo, tareas y actividades y el tercero, la evaluación. En todos los casos es importante contemplar aspectos como las competencias que se quieren desarrollar en los alumnos, cuáles son los métodos más efectivos para hacerlo y cómo estructurar un programa que se ajuste a eso.
Objetivos y contenido
Respecto a los objetivos, se refiere a los logros que pretenden ser cubiertos al finalizar el proceso educativo, es decir, lo que se busca que el alumno aprenda. Los objetivos deben redactarse en infinitivo, procurando que sean específicos y concretos. Por ejemplo: “comprender y analizar las causas y consecuencias de la Revolución Francesa”
Por su parte los contenidos, son el conjunto de información, conceptos y habilidades que facilitan el aprendizaje y el logro de los objetivos planteados. Un ejemplo de contenido pueden ser lecturas que problematicen o expliquen conceptos como revolución, monarquía, absolutismo, etc.
Tareas y actividades
Se trata del conjunto de estrategias didácticas que se deben implementar para la asimilación del contenido y el logro de los objetivos. Así, en relación con el ejemplo anterior, una actividad podría ser, visualizar un documental sobre la revolución francesa.
Evaluación del aprendizaje
Se refiere al diseño de herramientas para medir el nivel de aprendizaje o interiorización de los contenidos impartidos. Para ello debe escribirse qué se va a evaluar, cómo y en qué momento, así, además de identificar el nivel de asimilación de los conocimientos, se pretende también identificar el nivel de eficacia de la planeación didáctica elaborada.
¿Cómo organizar la planeación didáctica?
Con el fin de garantizar el éxito en la planeación didáctica, es fundamental tener en cuenta los siguientes pasos para incorporar de manera efectiva los elementos antes mencionados. Para ello deben contemplarse aspectos como:
Definir metas y objetivo final
Establecer metas respecto al proceso de enseñanza-aprendizaje es determinante para evaluar el éxito del mismo. En esta medida, definir objetivos es la base de toda planeación didáctica pues es a partir de este punto que se definen el resto de estrategias y/o elementos. Además de un objetivo general, deben vincularse objetivos parciales, con plazos y actividades completas que permitan evaluarlos.
Identificar los contenidos a impartir
Definir los contenidos que se impartirán en la enseñanza es el segundo paso en el diseño de la planeación didáctica. Es este punto el que asegura que, a su vez, los materiales privilegiados son los adecuados para informar a los estudiantes y logren un aprendizaje efectivo. En este sentido, es útil identificar primero el aspecto teórico-conceptual que se quiere transmitir, seguidamente orientar en la forma de saber hacer y por último en el aprender a ser.
Investigar las necesidades del alumnado
Además de definir los contenidos, es vital identificar al mismo tiempo, el tipo de alumnos a los que se impartirá dicho conocimiento. No tiene ningún sentido hablar de cierto tema o concepto si el alumnado no está contextualizado con ello, sino tiene conocimientos previos en la materia o si puede tener deficiencias respecto de aprendizajes anteriores.
Es por esto que es necesario conocer el nivel y el tipo de conocimientos a impartir de manera oportuna y ajustada a los estudiantes; incluso identificar si es necesario hacer repasos previos sobre algunos temas, para garantizar la correcta asimilación del contenido objetivo. De igual manera se deben valorar las expectativas de los estudiantes respecto a lo que se va a aprender.
Hacerla flexible
Todos los procesos de aprendizaje suelen ser diferentes de acuerdo al tipo de alumnos, experiencias previas, entre otros. De ahí la importancia que el diseño de la planeación didáctica sea flexible y ajustable a los diversos contratiempos o dificultades que se presenten en el aprendizaje. Lo anterior incluye contemplar contenido adicional, actividades paralelas, evaluaciones que mezclen enfoques diversos o herramientas no convencionales.